abril 13, 2014

Capítulo II. De Noche En La Ciudad

Hola a todos. Lamento mucho el retraso. Pero simplemente no he podido publicar hasta hoy. Sin más los dejo con el capítulo.
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Hoy he tomado una decisión. Si voy a andar por ahí buscando placer, voy a hacerlo bien. Es de noche y me he decidido a salir. Tengo la intención de ir a un antro o aun lugar donde haya gente joven y libertina.
Elijo un vestido corto negro, forrado con lentejuelas del mismo color en todo el frente del mismo. Unas zapatillas altas que estilicen la figura. Mi maquillaje impecable y uso los accesorios pertinentes: unas arracadas grandes y pulseras de plata. Me pongo uno de mis mejores perfumes y me dispongo a salir.
Bajo al estacionamiento de mi apartamento y abordo mi auto: un Mercedez Benz SLR McLaren negro descapotable. Sí, lo sé, parece un lujo demasiado costoso y en verdad lo es. Pero lo único que llevaba en mente al entrar ese día en la agencia de autos, era que quería gastar mucho dinero. Ese día me sentía particularmente abrumada. Necesitaba desquitar mi soledad de alguna manera y entonces, hojeando las páginas de una revista, vi una celebridad saliendo de su limosina. Fue entonces cuando tuve la idea: «Necesito un auto.» Y así nada más salí rumbo a la agencia. Cuando entré, un hombre flacucho se acercó a mí con una sonrisa falsa y me habló con su molesta voz.
»—¿En qué puedo ayudarle Madame? «¿Madame?» pensé yo.
»—Quiero comprar un coche —«¿Qué otra se puede hacer en una agencia de autos?»
»—Por supuesto. Sígame —me guió hasta su escritorio —Dígame ¿Tiene algo en mente? ¿Desea un auto último modelo? Puedo mostrarle las propuestas de próximo año. Aunque si prefiere los clásicos puedo mostrarle…
»—¿Tiene un catalogo? —interrumpí.
»—¡Un catalogo! Claro, déjeme ver —revolvió algunas cosas sobre su escritorio —le mostraré estos modelos exclusivos para nuestros clientes más selectos. —Puso frente a mí una carpeta de piel.
»Lo hojeé sin mucho interés, pasé las páginas pesadamente y daba un vistazo rápido a los autos. Tal vez comprar un coche no había sido tan buena idea. Todos se veían igual. Cada vez que veía un auto me parecía exactamente igual al anterior. Pensaba desistir cuando lo vi. Un precioso auto plateado, un poco alargado en el frente pero sin duda me vería genial en él.
»—Me gusta este —señalé una fotografía con el dedo índice —Me lo llevo en negro.
»—Excelente elección, Madame —el hombre sonrió entrelazando los dedos.
Manejar ese coche, es sin duda alguna uno de mis más grandes placeres. Sentir la adrenalina por manejar a altas velocidades y probar qué se puede hacer en él, me llena de satisfacción. Por eso decido dar un pequeño paseo antes de decidir el lugar al que voy a ir esta noche, pero el paseo se vuelve un tanto largo y me toma dos horas recorrer la cuidad. Me detiene un semáforo en rojo en una avenida de doble sentido y puedo ver por la ventana las luces de lo que parece ser un antro. Sin pensarlo más, doy media vuelta y me dirijo ahí. Hay algunas personas haciendo fila para entrar pero parece que mi auto los ha dejado impresionados. Ciertamente no es la primera vez que sucede. Un chico del valet se acerca y uno de los gorilas que cuidan la entrada, ignorando a las demás personas me deja pasar.
En realidad el lugar no es la gran cosa. Las luces intermitentes brindan una escasa iluminación y la música electrónica tiene el volumen indicado para impedir poder escuchar cualquier otra cosa. Camino hasta la barra y pido una bebida, nada en especial. Me siento de espaldas a la pista y comienzo a preguntarme que debo hacer mientras bebo de mi copa, ¿Debería ir a la pista y bailar con alguien? ¿Pedirle un cigarrillo a la persona que está sentada junto a mí? Miro al hombre a mi derecha. No, definitivamente no hablaré con él. Esta extremadamente pasado de peso y tiene una cara de ex convicto que me asusta. Tal vez sólo deba esperar aquí.
Pasado un rato me decido a charlar con alguien. Sentada en el banco aún miro hacia las mesas que rodean la pista y me encuentro con una mirada fija sobre mí. Es un chico muy alto pero se ve también muy joven. Lleva un traje blanco que contrasta con su cabello negro y una camisa azul abierta hasta el tercer botón. Su lacia cabellara larga hasta los hombros, se mece mientras camina hacia a mí. Sostiene una copa en una de sus manos y la otra la lleva oculta en el bolsillo.
Estaba mirándote.
Si, lo note.
Eres muy bella. ¿Sabes? estaba preguntándome si te gustaría dar un paseo.
No es así como lo esperaba, pero es un chico muy apuesto y finalmente me convenzo de ir con él. Salimos en mi auto y el hecho de que sea yo quien conduzca no parece importarle. Nos dirigimos a un hotel cercano y mi acompañante pide una suite, para mi sorpresa paga usando su tarjeta de crédito, por su puesto no es que sea feminista pero no acostumbro que un hombre pague todos mis caprichos, claro que cualquiera pude acostumbrarse a ello.
La habitación es bonita, con una pequeña sala de estar y su propio comedor. Después de ordenar la cena mi joven acompañante decide darse un baño. Mientras le espero me quito el vestido y me pongo la bata de baño sobre la ropa interior. Cuando me vestí esta noche ya tenía en mente un encuentro así. Me puse dos piezas de fina lencería en color gris. Me observo en el espejo.
Por alguna razón que no sé explicar, me encanta mirarme en el espejo. Puedo pasar horas mirándome, degustándome con el reflejo de mi cuerpo en el cristal. Mi acompañante me mira desde la puerta del baño y su mirada penetrante me estremece.
Eres realmente hermosa —me dice desde su lugar. Lleva sólo una toalla cubriendo su cuerpo desde la cintura. Su figura delgada me resulta inevitablemente atractiva: su abdomen ligeramente marcado, sus brazos torneados. Pero lo que realmente atrae de él es su mirada. Me mira como un tigre saboreando a su presa.
Esta noche el sexo ha sido maravilloso. Lo hicimos varias veces en varias posiciones diferentes. A pesar de su corta edad es un experto en las artes amatorias. Ahora, en casa, me siento en el banquito frente a la mesita, tomo el cuaderno forrado en piel del cajón y comienzo a escribir:


Amor mío:
Esta noche he descubierto que no soy la única persona vacía que busca en el sexo una esperanza a la que aferrarse cada día. Salí con la intención de saciar mi deseo pasional con alguna persona. No importaba realmente quien fuera. Y me encontré con una persona como yo.
Era un chico atractivo y aunque era varios años más joven que yo, parecía tener mucho tiempo disfrutando de esta calse de encuentros. Sin embargo, no creo que él siempre fuera así.
Es un poco irónico pero cuando él enfatizó la belleza de mis piernas no pude evitar pensar en ti. Pensar en las incontables ocasiones en las que solías decirme cuanto te gustaban.
Aunque nuestro encuentro fue muy corto, pude darme cuenta. Esconde su personalidad detrás de una máscara de seducción. No es que realmente me importe pero me gustaría volver a verlo alguna vez. Tal vez debí preguntarle su nombre.

Con cariño… Anna

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Viernes 25 de Abril
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